Después de leer cientos de informaciones y ver otro
ciento de reportajes- tv sobre la explotación de niños en las minas del coltán
en el Congo, saber la consecuencias de
una guerra que dejó millones de muertos y todas las consecuencias derivadas de
ese conflicto uno se encuentra en la disyuntiva de seguir usando el teléfono
celular, la computadora y todos los aparatos que contienen dispositivos a base
de coltán. O en otro caso, participar en la denuncia otra vez de la corrupción salvaje
que mueve a ciertas empresas transnacionales que se lucran con la explotación
de los minerales.
Ese cuadro de guerra, violaciones, explotación de
niños de modo automático hace recordar la novela “El Corazón de las tinieblas” de
Josep Conrad donde se narra la despiada colonización de europeos afincados en
el Congo, Africa. Hace pensar también que muchas esquinas del mundo viven una
especie de regreso de los bárbaros o son sometidos a la barbarie posmoderna.
La semana pasada en la programación del canal
Arte, pude ver un documental más sobre este trágico tema, a diferencia de otros
reportajes, este es conducido por un periodista que decide confrontar
directamente a Nokia, una de las empresas
líderes en ese negocio de telefonía, para lo cual viaja al “corazón de las
tinieblas” donde se extrae el coltán y con las pruebas grabadas de tal explotación
y violaciones de los derechos humanos
confornta a los ejecutivos transnacionales. Las respuestas empresariales como
siempre son evasivas, y pese a que existe un código de ética para comercio
justo, todo queda en la ambigüedad.
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