EN LA BATALLA DE LAS FLORES

«Sé de quien ha dejado un soneto sin el terceto último, por ir a averiguar en la Bolsa un asunto de tanto por ciento»
-Rubén Darío

sábado

Glosas


Sor Juana Inés de La Cruz
Porque la tiene en su pensamiento, desprecia como inútil la vista de los ojos
Aunque cegué de mirarte,
¿qué importa cegar o ver
si goces que son del alma
también un ciego los vé?

Cuando el amor intentó

hacer tuyos mis despojos,
Lisy, y la luz me privó,
me dio en el alma los ojos
que en el cuerpo me quitó.
Dióme para adorarte
con más atención asista
ojos con que contemplarte
y así cobré mejor vista,
aunque cegué mirate.
Y antes, los ojos en mí,
Fueran estorbos penosos,
que no teniéndote aquí
claro está que no eran ociosos
no pudiendo verte a ti.
Conque el cegar, a mi ver,
fue providencia más alta
por no poderte tener,
porque a quien la luz le falta
¿qué importa cegar o ver?
Pero es gloria sin par
la que de adorarte siento,
que llegándome a matar
viene a acabar el contento
lo que no pudo el pesar.
Mas, ¿qué importa que la palma
no lleven de mí violentos
en esta amorosa calma,
o del cuerpo los tormentos,
si goces que son del alma?
Así tendré, en el violento
vigor de no verte aquí,
por alivio de tormento,
siempre el pensamiento en ti
siempre a ti en el pensamiento.
Acá en el alma veré
el centro de mis cuidados
con los ojos de mi fe,
que gustos imaginados
un ciego los vé también.