EN LA BATALLA DE LAS FLORES

«Sé de quien ha dejado un soneto sin el terceto último, por ir a averiguar en la Bolsa un asunto de tanto por ciento»
-Rubén Darío

sábado

Vamos, no todo es novela


Que el escritor sea lumpen, no importa, pero que tenga talismán y meta la jungla o la caballería entre letras, de preferencia que ponga marcianos.

No es que yo sea un bibliomaniaco, o quizá. Antes leía un volcán de libros, diarios y revistas a la semana. Ahora leo menos cantidad y más calidad, pero no es que lea todo lo que caiga.

Les cuento, si el escritor es puesto de moda a golpe de publicidad, antes de comprar su libro me aseguro que el protagonista no es escritor o que se trata de un diario de catarsis, delirios, esoterismos o pura moralina. Escapo por aquí más derecho del listillo que chisporrotea genialidades contemporáneas de seudo best-seller o caca de vaca, es decir, pura paja amalgamada con pasta del mismo pasto.

De repente nos quedamos sin novela que leer. Claro, los buenos escritores hacen una novela cada cinco años, o cuando menos dos, depende. Y si ya leímos todas las buenas novelas de Vargas Llosa, Sabato, Carlos Fuentes, Eduardo Mendoza, Antonio Muñoz Molina, Javier Marías, y por supuesto las de Wolfe, Roth, Coetzee, Lessing, la espera se vuelve desconcertante.

Bueno, que, no hay un Joyce a cada rato, ni Salinger ni Kafka. Así que, a la moda.

Decía, cuando se trata de un autor nuevo, para que no me pongan: ¡Manos arriba, esto es un best-seller!, salto páginas al ritmo de sorpréndanme señores escritores. Vamos: un poco de humor cuando menos, si es necesario escondan un poco el pudor, pero “muestren”, no digan. Es que ocurre como la banalidad de la telerealidad, prefiero la sobredosis de publicidad: al producto, y de regreso.

Vuela el tufillo de metaliteratura entre páginas, y regreso el susodicho libro al estante. Pues, nada. Nada más mediocre que el pastiche, y, aunque les hayan dado premios. Ocurre. Les dan un premio y se ponen a reciclar churros, cuando se terminan los churros, publican colecciones de artículos de prensa o cuenteretes para leer en el... water-closet, como dijo Henry Miller.

Lo malo de los metaliteratos es que solo conocen el mundillo de los escritores. Y los hay que, hasta inventan escritores detectives, y “salvajes”. Por suerte la industria se decidió por la novela negra, un género de culto si se menciona a James Ellroy, Patricia Cornwell o Andrea Camillieri con su detective Montalbano (tributo a Manuel Vázquez Montalbán, ya lo saben, pero hay que agradecerlo). Aún así uno puede caer en la trampa de los pastiches, los efectos especiales y los plagios de criminalística de plantalla plasma.

¡Te extrañamos, Chesterton!

Pensamos que el mito latinoamericano nos salvará del tedio, y de la estafa. Pero leer un novelista del nuevo continente es leer a todos, y más cuando se pasan el canon: ahora va de exilio, ahora va de guerrillas, ahora va de sicarios, ahora toca indigenismo, y vuelta al héroe -¡Ah, y que sea de izquierda! Amén del estilito todavía barroco atiborrado de paisajismo, refranero y jerga. Es que en literatura no cuenta el patriotismo voluntarista, ya lo dijimos, lo latino no es identidad. Así que, adiós nostalgia.

Pero buscando, buscando se encuentran buenas sorpresas como las novelas de los cubanos Leonardo Padura, Daniel Chavarria y Justo Vasco. Es obvio, la novela batalla por sobrevivir entre tsunamis de libro-fast food.

A propósito de naufragios, hace algún tiempo el columnista Vicente Verdú publicó un decálogo para la “supervivencia de la novela” (El País Babelia 17.11.07). Criticaba Verdú ahí el efectismo, los pastiches tradicionalistas y las ínfulas guionísticas. El artículo en mención fue contestado –como ya se esparaba- por muchos posmodernos y conceptualistas que creen que en el papel se puede poner cualquier cosa y eso se llama arte.

En lo personal estoy de acuerdo con Verdú, aunque talvez no en lo relativo al “narrador”, sí se toma en cuenta la diversificación de géneros de la novela: el omnisciente será un recurso para la narración en la novela histórica, por ejemplo, o según los contextos. Por lo demás, de acuerdo, no todo es novela. Y no todo es cultura. Pues eso, en la novela esperamos un poco de bondad, generosidad y que de vez en cuando los buenos derroten a los malos.

-Win