EN LA BATALLA DE LAS FLORES

«Sé de quien ha dejado un soneto sin el terceto último, por ir a averiguar en la Bolsa un asunto de tanto por ciento»
-Rubén Darío

jueves

Alfonsina Storni, intensidad del amor




Para quien pregunte cuál es el sentido de la poesía, o quien demande la cuestión de por qué escribe usted… o en definitiva para qué sirve la poesía… sin duda las respuestas están dadas desde pretéritos tiempos, y por eso se sigue escribiendo como si recién se hubiese inventado el lenguaje.

Muchos repiten que todo es poesía mientras otros insisten en la iluminación y destacan figurones o reverencian tótems enflorados por la tradición. Pero en resumidas cuentas, como las piedras preciosas que no necesitan artificios, la poesía en sí, esta ahí tal cual la esencia o el néctar sublimado o cual amargura latente de un instante.

Esta poesía es la que nos entrega Alfonsina Storni en un primer tiempo como un romance abriendo los días con el entusiasmo joven, y más tarde con el testimonio del dolor. No podemos cuestionar las decisiones finales de un ser que se debate contra la tragedia, más que escuchar su anhelo de humanidad, ese puerto al que conducen las metáforas, como bien nos lo señala Storni, la eternidad.

Hay varios ensayos excelentes sobre la obra de Alfonsina Storni, pero sabemos no todos juntos expresaran la poesía en sí de uno tan sólo de sus versos. Por eso, hay que leer sus poemas, hay que comprar sus libros y leer, leer otra vez sus poemas, encontraremos mucho de nosotros, en intensidad, el amor.



enlaces:
 

Dos palabras
-poema de Alfonsina Storni

Esta noche al oído me has dicho dos palabras
comunes. Dos palabras cansadas
de ser dichas. Palabras
que de viejas son nuevas.

Dos palabras tan dulces, que la luna que andaba

filtrando entre las ramas
se detuvo en mi boca. Tan dulces dos palabras
que una hormiga pasea por mi cuello y no intento
moverme para echarla.

Tan dulces dos palabras

que digo sin quererlo -¡oh, qué bella, la vida!-
Tan dulces y tan mansas
que aceites olorosos sobre el cuerpo derraman.

Tan dulces y tan bellas

que nerviosos, mis dedos,
se mueven hacia el cielo imitando tijeras.
Oh, mis dedos quisieran
cortar estrellas.

 


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