EN LA BATALLA DE LAS FLORES

«Sé de quien ha dejado un soneto sin el terceto último, por ir a averiguar en la Bolsa un asunto de tanto por ciento»
-Rubén Darío

miércoles

Monterroso, independencia de Centroamérica

Entre memorias y cuentos de Augusto Monterroso prefiero las primeras, donde siempre hay una extensíón inherente con la cual se puede o no estar de acuerdo, y he ahí donde resalta esa cualidad de tratar el humor, aunque para esta ocasión el asunto va por las sendas de "la identidad" y la independencia, muy a cuenta del mes patrio.

Retomo una de sus citas textuales que se refieren a una apreciación de Aldous Huxley, referente al tema centroamericano: "Cuan axiomática es esta presuposición acerca del carácter de la nacionalidad, lo demuestra la historia de América Central. Mientras los arbitrariamente delimitados territorios centroamericanos se llamaban provincias del Imperio español, hubo paz entre sus habitantes. Pero a principios del siglo XIX los diversos distritos administrativos del Imperio español rompieron sus lazos con la "madre patria" y decidieron convertirse en naciones según el modelo europeo. Resultado: inmediatamente se pusieron a guerrear entre sí. ¿Por qué? porque, por definición, un Estado nacional soberano es una nación que tiene el derecho y el deber de obligar a sus miembros a robar y matar en la mayor escala posible".

Tal afirmación del filósofo, Monterroso la considera simplista pero reconoce que hay algo "de eso", y que el ejemplo es la misma Europa. Monterroso advierte también que detrás de la "soberanía" de los Estados soberanos de América Central estuvieron los intereses de los criollos independentistas, y muy pronto los de los Estados Unidos y "quien sabe ahora de quienes mas". Para complacer al filósofo, concluye Monterroso que para imitar verdaderamente a Europa sólo nos faltan las guerras religiosas y los odios raciales.

Observado el fenómeno independentista desde la distancia del tiempo, intereses aparte, para bien o para mal, en 1821 surgió una nación (o cinco naciones), no construida sobre un mito sino por razones fácticas. Es lo que hay, y hay que celebrarlo, con humor.

sábado

El huracán Irene, y una novela de Marc Levy


Sin lugar a dudas HONDURAS debía ser un lugar infernal, según pensaba Philip -y como también más tarde concluía su esposa Mary-, al momento de enterarse del huracán Fifi que batía las tierras centroamericanas. Con esa catastrófica realidad se va construyendo la novela: Où est-tu ¿ ( Dónde estás? De Marc Levy, trama en la que además se cruzan sentimientos y tragedias personales.
Sin lugar a dudas la gringa Susan –otra personaje de la novela-, no se lo piensa dos veces para volar al auxilio de los necesitados, cuando se entera que el huracán Fifi ha devastado medio territorio hondureño. Por eso Susan con el emblema del “Cuerpo de Socorro” al pecho y tras sus espaldas de wonderwoman volando la bandera de barras y estrellas partirá y regresará y volverá a partir para dar auxilio a los campesinos que no tienen nada en aquella olvidada tierra hondureña.
Por supuesto que la gringa Susan tiene otras motivaciones para la escapada, y esa intriga no se resolverá en la novela de Levy, sin antes desmadejar contradicciones y conflictos.
Sin lugar a dudas, Lisa –hija de Susan y padre desconocido-, naufraga cada noche al final de horrendas pesadillas huracanadas y vive con el fantasma de la catástrofe que la persigue desde que naciera hasta su nueva vida lejos de los torrentes.
Sin lugar a dudas, tanto Philip como Mary –convertidos en padres adoptivos de la huérfana Lisa-, también están escapando al huracán sentimental. En esa trama casi anodina volverán las noticias de los huracanes y en distintos momentos Philip y Mary se ven en la comparación de aquella infernal tierra tropical -un país imaginario del fin del mundo condenado a la miseria y las catástrofes-, y del otro lado una paradisiaca New York en una noche navideña con fluorescentes neones, escaparates luminosos y multitudes en las tiendas de regalos.
Sin lugar a dudas el amor triunfa sobre todas las contradicciones y dudas, Lisa tiene una verdadera familia que la ama, y en esa fuga adelante, con el amor desbordado, Mary lleva a Lisa entre peripecias a un viaje de virtual exorcismo. La chica puede mirar al fin, frente a frente al monstruo que la acosa día y noche.
Hay héroes en la novela, por supuesto: los pilotos que fotografían huracanes y los funcionarios que dan las alertas a esos pueblos antillanos que están más allá de la línea imaginaria.
Sin duda, lo que no imaginamos, ni los personajes de la novela, ni Marc Levy ni los lectores, es que el huracán Irene –impredecible monstruo-, también llegaría a la paradisiaca New York de neones fluorescente, justamente un par de días después que yo terminaba de leer esta novela. Los desastres, se sabe, ignoran la línea imaginaria.