EN LA BATALLA DE LAS FLORES

«Sé de quien ha dejado un soneto sin el terceto último, por ir a averiguar en la Bolsa un asunto de tanto por ciento»
-Rubén Darío

sábado

Los colores de la montaña


Película de Carlos César Arbeláes.


-Cineasta colombiano.


Antes de entrar a la sala de cine, una escueta sinópsis nos adelanta rasgos de un paisaje montañoso en el que se libra una guerra civil, en ese contexto: a Manuel, 9 años, le apasiona el fútbol, juega todos los días.


Ocurre un accidente, la pelota de fútbol cae en un campo minado, a pesar del riesgo Manuel decide ir a buscarla. “Los colores de la montaña” obtuvo el “premio del público” en el 51 festival internacional de cine de Cartagena, figura también en la lista de otros festivales, en tanto se proyecta en las salas europeas. Más que los premios que pueda acumular esta excelente película, cuenta la esencia estética y el sentido de una mirada reflexiva sobre un conflicto que lleva medio siglo enlutando a la sociedad colombiana.


Reflexión. Un punto de vista humano, lejos de la fácil denuncia y el utilitario maniqueismo. Sobre todo, no transige con cualquier apología.


Es la historia de la escuelita rural, de la comunidad rural, del niño rural y la maestra rural que resisten a no perder la ilusión para no perder el futuro. Así lo deja saber el director –Carlos César-, para quien Manuel y los niños seguirán jugando al fútbol, y buscarán la pelota en el campo minado, porque salvar la pelota es salvar el juego y salvar el juego es salvar la infancia.


Del mismo modo la maestra seguirá llegando de la ciudad al campo para salvar la escuelita,, porque salvar la escuelita es salvar la educación y salvar la educación es salvar el futuro.


La comunidad rural no tiene otro medio para llegar al futuro, si no es a través de la escuela. Hay muchos paralelos entre la historia que narra esta película y la realidad de los países latinoamericanos. La violencia generalizada, la desidia, la falta de voluntad política, la impunidad y, por supuesto la estulticia.


Surgen otras interrogantes, que de algún modo ya se sabe las respuestas. Pero es necesario repetir que después de 2 mil años o más, la guerra sigue siendo algo tan normal, o se ha instituido como algo normal, cuando los preceptos del progreso deberían estar coronados por el humanismo.


Resulta del todo demencial, que después de medio siglo un grupo de sujetos irracionales, persistan en el sin sentido.


Una película sobre la violencia donde no se exhibe violencia, es una obra de arte. En esta película –Los colores de la montaña-, la denuncia no es una concesión al canon foráneo ni al trivial gusto posmoderno del extremo o la hiperrealidad.


Los colores propiamente dicho son evidentes en la calidad de la fotografía de esta película, plano a plano se devela una poesía que solamente puede conseguir la luz natural. Ningún artificio.


Es una película sobre Colombia, hecha por colombianos, desde el punto de vista colombiano.


Pues eso.


Cuando esta película llegue a las salas de cine de vuestra ciudad, no se la pierdan. Ojalá compartamos el punto de vista de esos niños que sobre todo quieren vivir su infancia. Hay que terminar las guerras, lo anormal.


-reseña: aquí